Parejas

Esto es lo que ocurre cuando compartes contacto visual con alguien durante 4 minutos

Seis parejas, todas en diferentes etapas de su relación, participaron en este experimento de amor. ¿Podrían soportar cuatro minutos mirándose a los ojos sin moverse, hablar o mirar hacia otro lado?

Hace muchos años, el psicólogo Arthur Aron se preguntó si era posible hacer que dos extraños se enamoraran. Una de las técnicas que utilizó fue hacer que los extraños se miraran unos a otros durante cuatro minutos. Con esta dinámica, pensó que podía hacer que dos personas se enamoraran en las circunstancias adecuadas.

El equipo de SoulPancake quería probar la hipótesis y juntar un grupo de parejas. Consiguieron a todos, desde extraños, hasta una pareja en su cuarta cita, así como diversos grados de parejas a largo plazo, por ejemplo, una pareja de ancianos que había estado casada durante 55 años. Luego, les ordenaron que se miraran a los ojos durante cuatro minutos.

¿Qué les sucedió a las parejas que se sometieron a este experimento? Miramos todo el tiempo a nuestro compañero/a pero, ¿realmente lo observamos? El vídeo que verás a continuación te inspirará a hacer una pausa y dedicar unos minutos con tu ser querido para fortalecer ese vínculo:

¿Qué dice la ciencia?

¿Cómo puede el contacto visual crear ese tipo de intimidad? Un estudio japonés publicado en la revista Neuroimage asegura que el contacto visual prolongado entre dos personas puede lograr sincronizar la actividad cerebral entre dos personas.

Los investigadores emparejaron a 96 extraños y los mantuvieron en contacto visual bajo diversas condiciones, mientras que las IRM examinaron su actividad cerebral. Encontraron que las personas sincronizaron su parpadeo y encendieron su giro frontal inferior derecho una vez que establecieron contacto visual.

Los hallazgos sugieren que el contacto visual mutuo une a dos personas en un “sistema conectado singular”. ¿En español? Los investigadores concluyeron que, cuando tu pareja y tú comparten miradas están literalmente sincronizando sus cerebros con amor. Qué dulce, ¿no crees?

Mariflor Rivero

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